Para intentar afrontar las relaciones con las personas manipuladoras cotidianas (aquellas que de forma continuada en su vida son así) hay que seguir unas pautas que podemos sintetizar de esta forma:
Conocer los propios puntos débiles y reforzarlos. Las carencias del manipulador están en unos puntos. Las del manipulado en otros. ¿Cuáles son? Esa es nuestra tarea.
Tomar la decisión de modificar la relación, a sabiendas de que va a suponer un esfuerzo considerable. Hemos de decidir salir de esa relación que nos lleva al sufrimiento y la infelicidad.
Mantener abierto el canal de la comunicación: “Que no te cuelguen el teléfono, cuando le dejas las cosas claras”, que no te corte la comunicación unilateralmente.
Esto no es válido si se está hablando con un psicópata, ya que no habrá modo de «hacerlo entrar en razón» y sólo implicará una pérdida de energía para el manipulado.
Aprender a ser asertivos, a decir lo que se piensa, respetando al otro pero defendiendo nuestros derechos.
Igual que en caso anterior esto no es válido si se está hablando con un psicópata.
Plantearse la supervivencia a la agresividad, sea esta ejercida por el manipulador/a activa o pasiva, como el mayor problema a superar.
En el caso de que se llegue a agresión, hemos de recurrir a todas las posibilidades que permita el sistema legal para enfrentarse a la agresión.
Muchos psicópatas llegan a ocupar altos cargos, y la justicia no es una excepción a la regla. Entonces, si bien es cierto que es importante recurrir al apoyo legal, no se debe confiar ciegamente en cualquier profesional.
No empeñarse en intentar cambiarles. Son así, y tendrán que convivir con su inseguridad. No hay que ser salvador de nadie, sólo compañero/a, amigo/a, pareja, ex pareja, hermano/a, hijo/a.
Tener siempre presente la posibilidad de romper la relación, y ejercer ese derecho en el caso en que sea necesario.
Debes descubrir tus puntos débiles antes de enfrentarte a ellos, tienes que tapar tus puntos débiles, aquellas vulnerabilidades de las que se aprovechan para dominarte.
Los puntos débiles que ellos/as detectan habitualmente son:
Baja autoestima (si no la tienes intentan creártela)
Ser tan manipulador como ellos: Inseguridad, carencias afectivas, ansiedad ante la evaluación social (de los demás)…
Miedo a pérdidas emocionales (te van a dejar, vas a tener una ruptura, no te van a querer, etc.) y físicas (vas a perder tu trabajo, tus ingresos, tu casa…).
Aunque cualquiera puede ser víctima de manipulación, hay personas más proclives a ello. Para sobrevivir a los manipuladores, es útil detectar el punto débil que les ha permitido apoderarse del control sobre la vida de la otra persona en una o varias de las áreas importantes.
Los puntos débiles suelen estar relacionados con la baja autoestima, la necesidad de aprobación, y el miedo a la posibilidad de perder el contacto con la otra persona, los hijos o los bienes comunes.
Hay que prestar especial atención a:
La autoestima: Si te valoras en base al juicio de los demás, tienes tendencia a centrar la evaluación de tus acciones en los puntos negativos o te quieres poco, es probable que seas un objetivo fácil.
Los rasgos típicos de los manipuladores: A menudo las relaciones humanas son una batalla campal entre dos personas por el control. La presencia en el presunto manipulado de carencias afectivas, preocupación excesiva por la opinión de otras personas en relación a sus actos, baja autoestima, proyección o actitud agresiva son también puntos clave.
El miedo a la pérdida: Los manipuladores cotidianos establecen relaciones en las que arriesgan poco. Normalmente es la otra persona quien soporta el peso del vínculo, tanto en términos afectivos como económicos. De esta forma se sitúan en una posición de poder, al tener menos que perder que la otra parte ante la ruptura de la relación. Es casi seguro que el manipulado tenga miedo a la ruptura por todo lo que ha arriesgado en el proceso.
Basta con una de estas características para ser un manipulado en potencia. Y, ¿quién no está en una de las tres situaciones? Cuando das con una persona que quiere salirse con la suya a toda costa porque es la única forma de resolver su inseguridad, aunque tengas una autoestima normal te la irá minando hasta que caigas; aunque no emplees estrategias de manipulación te irán imponiendo su estilo de comunicación hasta que sólo sepas hablar mediante indirectas, «comentarios inocentes» y sugerencias. Y prácticamente todas las relaciones que establecen son asimétricas en cuanto al reparto de cargas. Cualquiera es, o puede ser, manipulador o manipulado.
En resumen, para evitar la manipulación:
Debemos conocernos muy bien, especialmente nuestras debilidades y reforzarlas.
Tomar la decisión de cambiar nuestra relación o terminarla, a pesar de que esto cause un gran dolor.
Tener clara la posibilidad de enfrentarnos a actitudes agresivas.
Utilizar las herramientas legales de las que dispone la ley para enfrentarnos a la agresión.
No desgastarse demasiado en intentar cambiar a la persona que tenemos al lado, pues solo somos compañeros, no salvadores de nadie.
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BIBLIOGRAFIA:
Vicente Garrido, El Psicópata
Robert D. Hare, Sin Conciencia
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